Aunque ahora pueda parecer difícil de asimilar, el ayuno ha formado parte de nuestro modus vivendi natural durante los miles de años de la evolución humana. Remontándonos a tiempos muy remotos, el hombre más prehistórico y neandertal sólo vivía de la comida cuando había. Si la caza era fructífera y su zona de hábitat rica en frutos y plantas comestibles, no había problema. Pero, ¿qué ocurría cuando, los animales escaseaban y las lluvias, o la sequía, acababan con todo rastro de ser vivo que llevar a la boca? En esos momentos, los periodos de ayuno eran lo normal. Días detrás de alguna presa con la que alimentar a los nuestros, recorriendo largas distancias para lograr un simple bocado.
Cambiar eso, tampoco fue fácil. El paso de una época a otra y la evolución que buscamos en ellas costó miles de años. Y, curiosamente, ahora que disfrutamos de poder comer las 24 horas del día, 365 días al año, nuestra historia más moderna concibe culturas en las que se ha incorporado el ayuno voluntario a costumbres y tradiciones, vinculadas a la religión, como el mes de Ramadán de los musulmanes, el Yom Kipur de los judíos o la Cuaresma cristiana.
¿Qué es?
El ayuno intermitente es una estrategia nutricional, no una dieta, con la que restringimos la ventana de tiempo en la que vamos a comer. Es decir, una distribución de la ingesta de las comidas durante unas horas concretas del día (ventana de alimentación). Su práctica, realizada con fines saludables y bajo la supervisión de profesionales que nos recomienden el mejor proceso para alcanzar nuestro objetivo -en caso de gestionarlo indebidamente e in extremis-, provoca que el cuerpo realice procesos distintos, necesarios para un correcto funcionamiento, que mejoran la calidad de varios sistemas de nuestro organismo.
Protocolos de ayuno intermitente
Los principales protocolos de ayuno son:
- 12/12: divide el día en 12 horas de ayuno y 12 horas para comer. Involuntariamente, es uno de los métodos que practicamos, por regla general, todos los días, la mayoría; y que logramos adelantando la hora de la cena y atrasando la del desayuno.
- 16/8: 16 horas de ayuno y 8 horas para comer. Es la forma de ayuno intermitente, cuando se recomienda seguir esta metodología, más popular. Para cumplir con ella y sus objetivos, simplemente, se produce el salto de una de las comidas: la primera, el desayuno (comes y cenas) o, la última, la cena (desayunas y comes).
- 24: son 24 horas sin comer. Para los más avanzados, consiste en estar un día completo sin ingerir alimentos.
Beneficios del ayuno intermitente
Aunque puede parecer una forma drástica de comer, o de no hacerlo, según el protocolo que se adecue a nuestras necesidades y a los resultados que busquemos; cada vez hay más estudios que demuestran los beneficios del ayuno intermitente y más personas que lo llevan en práctica, eso sí, bajo control, siempre que sea indispensable.
Los beneficios que aporta la práctica de este son muy ventajosos para distintos procesos de nuestro organismo. Destacan:
- Mejora la composición corporal, facilita la quema de grasa sin contar calorías.
- Fortalece el sistema inmune.
- Favorece la autofagia, el organismo activa los mecanismos de reciclaje interno.
- Tiene efecto antiedad; frena el envejecimiento de las células.
- Limita el crecimiento de células cancerígenas y hace más tolerable la quimioterapia.
- Reduce los triglicéridos y mejora el perfil lipídico, reduciendo el riesgo coronario.
- Mejora la sensibilidad a la insulina y la presión arterial.
- Potencia nuestra capacidad de atención y nos hace estar más alerta (modo cazador).
- Ayuda a regular los mecanismos naturales de hambre y saciedad. Controla el hambre y nos libera de la dependencia de la comida; de los
- Es gratis, no cuesta dinero (razón por la que es una práctica que no interesa a la industria).
Entre todos ellos, la verdad que el punto más destacado a resaltar sobre el ayuno intermitente es que favorece la “limpieza interna” o reciclaje del organismo (autofagia).
No hay una receta exacta sobre cuanto ayuno hay que hacer y cual es la mejor estrategia para obtener beneficios sin asumir riesgos. Son muchos los factores que pueden incidir en que ello funcione, o no, de forma oportuna. Si nunca lo habéis probado, incorporar la práctica del ayuno intermitente en nuestra rutina puede ser bueno, pero debemos hacerlo de manera gradual y probando las diferentes alternativas que hay para quedarnos con la que nos permita obtener resultados y sentirnos bien.
El ayuno no es algo nuevo, ni algo que, como seres humanos, no podamos afrontar. Aunque fuese hace miles de años, nuestros antepasados vivieron, casi a diario, con ello y de ahí, de su supervivencia dadas las características, fueron evolucionando hasta llegar a nosotros. No dejéis de informaros sobre cómo llevarlo a cabo y de acudir al médico si os encontráis en circunstancias especiales.
Como curiosidad y para cerrar el artículo de hoy en nuestro blog: el periodo de ayuno registrado más largo de la historia lo ostenta el escocés Angus Barbieri quien estuvo 382 días sin comer, aunque sí tomó suplementos de vitaminas. Pasó de 207 kilos a 82. Nadie dice que debamos dejar de comer para adelgazarnos, más sin conocimiento e incurriendo en peligros reales, pero viendo el caso sí que podéis estar tranquilos y tener por seguro que no vais a desfallecer la próxima vez que estéis unas pocas horas sin comer.