La pubalgia es una de las lesiones más frecuentes que atendemos en nuestra clínica, especialmente, entre deportistas. Esta patología, que puede sobrevenirse debido a varias causas, desencadena un dolor en la parte pélvica anterior, en la zona abdominal baja y/o ingle, debido a un desequilibrio mecánico de ésta.
Presenta un cuadro de dolor muy característico en la parte del bajo abdomen (pubis) y/o zona inguinal y, como decíamos, suele aparecer tras la realización de actividad física. Aunque no es como salir a correr y torcerse un pie. Tiene una evolución que va avanzando. El daño se va gestionando con el tiempo y, al principio, puede aparecer la molestia durante el desarrollo de la actividad física; comenzar tranquilamente y notar el malestar mientras realizamos el ejercicio. Sin hacer caso a ese primer aviso, el dolor puede llegar a aparecer, incluso, al inicio de la práctica deportiva. Y, en casos muy extremos, el dolor es tal que en reposo la persona se ve incapacitada de realizar gestos tan sencillos como cruzar las piernas o caminar de forma correcta.
En fisioterapia, esta dolencia es muy común, y encontrar su origen para ayudar a cada paciente a superarla y remitir el dolor que siente, uno de los cometidos que como profesionales del sector debemos abordar. Por eso, hoy, en esta nueva entrada en nuestro blog, queremos introduciros un poco más de información sobre esta patología y recordaros que, en caso de molestia, por pequeña que sea, no descuidéis vuestra salud. Poneros en contacto con expertos como los de nuestro centro, Aureum Fisioterapia, para que os podamos ayudar en cualquier situación de esta índole.
Causas de la pubalgia
Para comprender bien el mecanismo lesional de la pubalgia y cómo llega a desarrollarse, primero, debemos conocer cómo es ésta; su anatomía básica.
La pelvis está formada por un hueso único, el sacro, que se articula con los dos huesos iliacos. Estos se unen a ambos lados del sacro. En la parte posterior, lo hacen mediante dos potentes articulaciones sacroilíacas. Mientras que, por la parte anterior, la pelvis se cierra con la unión de los dos iliacos en la sínfisis púbica.
Esta sínfisis es una articulación que presenta un disco articular (cartílago). Gracias a la presencia de éste, es posible el movimiento característico de la biomecánica pélvica. Cada hueso iliaco puede moverse en los distintos planos de movilidad articular, de forma independiente el uno del otro. Pero lo más notorio de ello, no es la referencia a esta estructura ósea, sino la muscular, causante del dolor típico de la pubalgia. Y es que, en la pelvis se insertan grandes grupos musculares: isquiotibiales, aductores, cuádriceps, abdominales…
Como decíamos, las causas por las que se deviene una pubalgia pueden ser varias (lo que la desencadene y sea la gota que colma el vaso), pero el origen de ello sí sabemos dónde encontrarlo: en un desequilibrio de movilidad en la pelvis. ¿Esto qué quiere decir? Pues que la movilidad de la esfera pélvica, por alguna razón, se ha visto alterada y no se realiza de forma correcta, afectando a su apropiada biomecánica. El movimiento de cizalla que tendría que llevar a cabo con total normalidad, queda descompensado en la sínfisis púbica, y se desencadena una asimetría del pubis.
Si el movimiento comienza a verse afectado, el mismo organismo responderá a esta circunstancia y se adaptará a la descompensación. ¿Consecuencias? Todas las posibles para sufrir, posteriormente, una pubalgia. Entonces, algunas de las posibles causas por las que ésta se desarrolla serían:
- Desequilibrio muscular
Un espasmo muscular desencadena cierto desequilibrio. El espasmo provoca que otros músculos modifiquen su posición y la forma de trabajar. Además, también provoca disfunciones de movilidad en los huesos que de ellos dependen. En ello, fijándonos en los muchos músculos que pueden padecerlo entorno a la pelvis, se alteraría su biomecánica. Esta situación es frecuente en deportistas debido a la realización de movimientos y gestos reiterativos durante su práctica deportiva como les sucede, especialmente, a los futbolistas, o en deportes con cambios de ritmo.
- Falta de movilidad
Básicamente todas las disfunciones del cuerpo, fundamentadas en la alteración de su correcta movilidad, pueden condicionar una malposición de la pelvis.
- Higiene postural
Hemos hecho hincapié en ella en estas últimas publicaciones, pero es que la postura que cada persona toma, si no es correcta, ya sabemos que trae consecuencias en todo el organismo que, en el caso de la pubalgia que nos ocupa, vendrían sustentadas por un desequilibrio pélvico.
- Traumas en la pelvis
Una de las muchas posibilidades que son causa de la presencia de una pubalgia, aunque ésta se asocia con menor frecuencia. Golpes y traumatismos en la zona pueden condicionar su aparición.
Fisioterapia para paliar la pubalgia
Como ya hemos recalcado en múltiples ocasiones, no sólo hablando de pubalgia, sino haciendo referencia a cualquier dolencia o patología. Para poder sentar las bases de una rehabilitación y recuperación sólidas, y proceder a ello mediante la realización de un buen tratamiento; primero debemos saber hacer un buen diagnóstico. Sin analizar con detenimiento y saber CUÁL es la causa exacta de la lesión en nuestro paciente, no llevaremos a cabo un trabajo meritorio como se espera de nosotros.
En el caso de la pubalgia, debemos saber qué ha condicionado ese desequilibrio pélvico característico y, una vez sepamos claramente ese origen, podremos diseñar el método perfecto a partir de las técnicas/terapias oportunas, para revertir esta situación y devolver una buena biomecánica a su pelvis, eliminando los dolores y molestias clásicas en ella.
Una primera opción que muchos consideran, al catalogarla como una inflamación local, sin evaluar los factores desencadenantes; es tratarla con reposo y analgésicos. Antiinflamatorios que contribuyan a la readaptación de la zona a su estado natural. Pero, nuestra recomendación es tratarla de forma activa mediante fisioterapia y osteopatía para recuperar la correcta movilidad pélvica. El tratamiento osteopático estructural, además, corrige las distintas disfunciones existentes, no solo en la pelvis, sino a nivel global en toda la estructura de nuestro cuerpo.
Terapias como las que podéis encontrar en nuestro centro: tratamiento de puntos gatillo miofasciales para el tratamiento muscular, y dentro de éste, en caso indicado, la punción seca; nos ayudan a reequilibrar la musculatura con trabajo manual. Y no perder de vista, especialmente en deportistas, la importancia del trabajo en estiramientos de la zona y la tonificación de los músculos que así lo precisen. Obviamente, se aconseja un cambio en la frecuencia e intensidad de la actividad física normal del paciente, siempre teniendo en cuenta que el reposo absoluto que algunos recomiendan, no está indicado. Éste es un aspecto fundamental dentro de la fisioterapia deportiva.
De la misma forma, podemos observar que, existiendo una causa visceral que condicione esta alteración en la mecánica pélvica, gracias al punto de vista osteopático, podemos mitigar esa variación. Y, también, puede resultar útil un enfoque nutricional para trabajar en la regulación de esta disfunción visceral, ya que factores alimentarios como errores en la nutrición o hidratación, pueden ser causantes.
No dudéis en poneros en contacto con nuestro centro y pedirnos toda la información que preciséis para ayudaros a acabar con ésta, o cualquier otra patología que os ataña, junto a auténticos profesionales y resultados garantizados.