Como todo en esta vida, se hace difícil saber y conocer cada aspecto de cada tema que podamos tratar. Las especializaciones en nuestros oficios y nuestros gustos personales hacia ciertos temas, nos hacen más expertos de ellos. Gracias a ese conocimiento un buen cocinero nos podrá contar con pasión cuales son las especies que casan mejor, del mismo modo que un informático disfrutará comentando con sus compañeros de gremio -y freakies– las más novedosas actualizaciones del nuevo sistema que usan ordenadores y smartphones, y si éstas son beneficiosas o no. En nuestro caso, como fisioterapeutas y osteópatas, nos centramos en el descubrimiento del funcionamiento e integración del cuerpo y su recuperación, para alcanzar un objetivo fundamental: sentirnos bien.
En ese apropiado ejercicio de nuestra labor, debemos conocer, a fondo, nuestro cuerpo y todas las partes que lo integran. Entre ellas se halla el suelo pélvico, un músculo que goza de gran desconocimiento, pero que, sin embrago, ejerce una función fundamental en la estabilidad postural y el control de esfínteres. Es importante tener nociones básicas sobre éste y trabajar para fortalecerlo, ya que este músculo en buen estado evita la aparición de dolores crónicos. En nuestra clínica trabajamos mucho con él y lo damos a conocer nuestros pacientes en la rehabilitación de algunas de sus dolencias y patologías, por eso hoy, en esta nueva entrada en nuestro blog, Aureum Fisioterapia, ahondamos en descubriros este músculo y os contamos algunas de las “curiosidades” que conviene saber sobre él.
¿Qué es el suelo pélvico?
Como os decíamos, el suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos, situados en la base de la pelvis, que devienen el cierre de nuestra cavidad abdominal. Forman parte del “core” y su principal función es la de retener las vísceras del abdomen y sostener los órganos de los aparatos digestivo, reproductor y urinario, para que -a su vez- éstos realicen sus funciones de forma correcta. Además de esta función, también contribuyen a la estabilidad postural del cuerpo al sujetar los músculos, incluso la estructura ósea, de la zona y controlan los esfínteres.
En la mujer, suponen una ayuda fundamental en el momento del parto, pues el conjunto cuenta con un reflejo expulsivo.
El suelo pélvico se divide en tres partes principales:
– Parte anterior (vejiga y uretra)
– Parte media (órganos reproductores)
– Parte posterior (recto y conducto anal)
Estos músculos que se incluyen, se sitúan en dos planos: uno superficial y otro más profundo, quizás más reconocido, denominado periné.
Patologías comunes del suelo pélvico
Entre las patologías más comunes del suelo pélvico está una muy popular, especialmente, presente en muchos pacientes, síntoma de la edad y el paso de los años: la incontinencia urinaria. La incontinencia es una alteración bastante frecuente, que se produce por lo que en términos médicos se conoce como “prolapso” de los órganos pélvicos, que no es otra cosa que la debilidad de éstos.
Otra alteración funcional de este suelo pélvico es la incontinencia anal, menos recurrente, pero que igual que sucede con la urinaria, provoca las correspondientes pérdidas involuntarias (sólidas o gaseosas, en este caso).
Y, finalmente, otra de las dolencias características de este conjunto de músculos es el conocido dolor pélvico crónico. Se trata de la aparición de dolor en la zona pélvica, producido por causas muy variadas, pero que, normalmente, están relacionadas con enfermedades pélvicas inflamatorias, factores psicológicos o patologías urinarias.
Todas ellas pueden tratarse para conseguir mitigar sus efectos e, incluso, hacerlas desaparecer y recuperar la calidad de vida normal. Es importante recalcar que hay que acudir a especialistas y realizar un diagnóstico completo, a partir del cual se diseñará el tratamiento más adecuado para cada paciente. En estas patologías la fisioterapia, centrada en el fortalecimiento de los músculos que forman el suelo pélvico, es uno de los métodos de recuperación más extendidos.
En algunos casos, se pueden aplicar terapias de electroestimulación, mediante corrientes suaves, que ayuden a recuperar los impulsos nerviosos de la zona. También, técnicas miofasciales, con el objetivo de armonizar el sistema muscular, o la reciente introducción de la electrolisis percutánea intratisular (EPI), que con sus pequeñas corrientes eléctricas reactiva los mecanismos biológicos de curación de los tejidos.
Ejercicios para fortalecer y prevenir las disfunciones del suelo pélvico
Como siempre recomendamos, la forma de ahuyentar la aparición de todos estos males es trabajar en su prevención, más sabiendo que existen mecanismos para ello. Por ejemplo, es importante realizar ejercicios que fortalezcan la zona, en general, y, especialmente, entre mujeres durante el embarazo, para preparar la musculatura abdominal y tener una recuperación más rápida, evitando la diastasis abdominal. En este caso, puede ser beneficioso realizar masajes perianales.
Los ejercicios que ayudan al fortalecimiento del suelo pélvico reducen y previenen la aparición de estas patologías comunes. Los reconocidos ejercicios de Kegel, son los más recomendables para mejorar el control de esfínteres. Prácticas como el pilates o los abdominales hipopresivos, también son de gran ayuda en el fortalecimiento del suelo pélvico.
No olvidéis acudir a un especialista ante la aparición de cualquiera de estas molestias y dolores. De esta forma, evitaréis lesiones crónicas y mejoraréis vuestro estado de salud.